martes, 25 de octubre de 2016

NOVILLOS

─Al otro lado de la ventana, ¿qué hay? –me pregunta con sus hambrientos ojos el niño desahuciado de la sala de quemados graves.
─Un muchacho, ¡como tú, Pedrito!, lleva una gorra con visera, se pasea con el puño metido en el bolsillo trasero del pantalón vaquero.
Sus labios apenas esbozan una sonrisa:
─¿Lo conozco?, mira bien, y no me engañes, si es del Instituto, aún no es la hora del recreo.
─Es el Anselmo, que le ha llevado el almuerzo a su padre, el ferroviario.
Desde mi cama solo se puede ver una pared deslucida y gris, pero él no lo sabe.

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