lunes, 7 de noviembre de 2016

E<=>MCC

Sigo observando mi trocito de cielo, el que me ha tocado en suerte tiene un nombre difícil con letras romanas. Seguro que tiene planetas habitables: gente que sonríe por las esquinas, con tres patas para soportar mejor la gravedad, y una o dos bocas para alimentar. En lo alto de edificios de metacrilato azul, luces de neón anuncian bebidas de pura energía. 
Esa galaxia está tan perdida, en el mar de las constelaciones, puede que algún extraño ser olvidara darle cuerda a su corazón de hojalata.

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