Para alcanzar la
barra del trapecio, le faltarán, al menos, un par de centímetros. Unido a la nave por el cordón umbilical, desde lo alto, siempre se le escapa una sonrisa: el Universo y en medio de un escorzo un cuarto creciente de Tierra y mar azul. Las nubes y
las fronteras hacen malas compañeras.
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