-Usted es el primero que la abre en los últimos ochocientos
años -musitó la Princesa del Palacio de Jade.
La gran puerta de madera chirrió como una corneja encinta.
-La cerradura estaba oxidada –bufó el Gran Mono-, pero pronto
sabremos lo que esconde este maldito y hediondo sótano.
Recostado entre diamantes, coronas de reyes y esmeraldas, el
Dragón abrió un ojo y reprimió un bostezo de fuego.
No hay comentarios:
Publicar un comentario