miércoles, 15 de junio de 2016

SONATINA

Cuelgan de las cuerdas de la del quinto, se hinchan de sol, ufanas, y luego en la penumbra, al fondo del vestidor, amarraditas con su pelo aún rizado, cantan a media voz los últimos cotilleos del barrio:
–La soprano del cuarto, la Remigia, ya sabes, la señora del presi, ha dejado su régimen -comenta la corchea al tresbolillo.
–Qué horror, si nos encaja su pata travesera.
Por la ventana abierta, una corriente resopla aromas de trombón:
‘Do, re, do’, y en una esquina resuena el contrabajo de un Mozart constipado.

lunes, 13 de junio de 2016

NOSTALGIA

Las mañanas, si no llueve, salgo a pasear con mi cachorro de lobo por el antiguo embarcadero. Cuando el sol se encuentra sobre el horizonte, el mar cambia su vestido gris de gala por otro de mil colores.
–Mira Loc, Venus es aquel lucero que asoma.
–Gua, responde.
Una ola traviesa le quiere morder la cola mientras husmea entre las rocas al acecho de algún erizo.
Mis pasos hacen crujir los tablones desvencijados del malecón. Una embarcación lejana lanza su red. Sentado en un amarradero enciendo mi pipa de boj. Mis pulmones protestan: “cot-cot”. Un pequeño sol destella en el hueco de mi mano. 

jueves, 9 de junio de 2016

LOS FANTASMAS DE SHANGRI-LA

Vuelven a ser invisibles, se esconden tras un pliegue del córtex. Sé que están ahí, y cuando quiero que asomen me basta con gritar:
–¡Eh, tú, el de la capa gris!, y tú ¡Cara de pizza!, dejad de encender y apagar las luces como si fuerais duendes de una máquina recreativa. Acudid de inmediato, yo os lo mando.
A veces reprimen un bostezo y aparecen, vestidos de Hallowen, con restos de maquillaje en su rostro sin afeitar.
Una vez les pregunté y me contestaron:
–No somos de aquí, nos vamos a Shangri-La.
Forman pareja y como vienen se van.

miércoles, 1 de junio de 2016

EL MURO

Aquel día de verano de 1945 cuando salimos de las catacumbas, aprendimos de nuevo a vivir sin el estruendo de las sirenas. Dejamos las trincheras para conseguir una hogaza de pan, un trozo de carne era un lujo para algunos privilegiados. Guardamos en un baúl, bajo mil llaves, los uniformes; queríamos edificar sobre las ruinas, nos hicieron construir un muro de sangre y olvido. Nuevos dioses se repartieron la única ciudad del mundo como un juego sobre un damero maldito. 44 años después, tras las banderas rotas y la tierra abrasada por un sol destronado, viejos fusiles disparan ramos de olivo sobre palomas de la paz.