Vuelven a ser invisibles, se esconden tras un pliegue
del córtex. Sé que están ahí, y cuando quiero que asomen me basta con gritar:
–¡Eh, tú, el de la capa gris!, y tú ¡Cara de pizza!,
dejad de encender y apagar las luces como si fuerais duendes de una máquina
recreativa. Acudid de inmediato, yo os lo mando.
A veces reprimen un bostezo y aparecen, vestidos de
Hallowen, con restos de maquillaje en su rostro sin afeitar.
Una vez les pregunté y me contestaron:
–No somos de aquí, nos vamos a Shangri-La.
Forman pareja y como vienen se van.
Forman pareja y como vienen se van.
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