Las mañanas, si no llueve,
salgo a pasear con mi cachorro de lobo por el antiguo embarcadero. Cuando el
sol se encuentra sobre el horizonte, el mar cambia su vestido gris de gala por
otro de mil colores.
–Mira Loc, Venus es aquel lucero que
asoma.
–Gua, responde.
Una ola traviesa le quiere morder la
cola mientras husmea entre las rocas al acecho de algún erizo.
Mis pasos hacen crujir los tablones
desvencijados del malecón. Una embarcación lejana lanza su red. Sentado en un amarradero
enciendo mi pipa de boj. Mis pulmones protestan: “cot-cot”. Un pequeño sol destella
en el hueco de mi mano.
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