martes, 4 de noviembre de 2014

CARACOLES ASESINOS

El muñeco fue el primero en cerrar los ojos. El forense dibujó su perfil con una tiza rosa sobre las losas del salón. Se fijó en un resto de baba en su chaqueta. Anotó ese detalle en su libreta mientras musitaba:
-Caracoles asesinos. 
Levantaron el cadáver a una orden suya. La lagartija sonreía desde lo alto de una alacena. También cerró los ojos cuando dispararon el flash.

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