De un certero bocado, le arrebató el pincel…
─Lo embadurnaba todo cada vez que pintaba los cárdenos atardeceres –se defendió
la serpiente-. “Es la vieja que prepara la cena”, decía el sabelotodo, y luego la
señora Luna a barrer los espumarajos de sus olas para dejar la noche como un
jaspe…
El coro de ángeles cantores sonrió complacido.
─Además, ya estaba harto de líneas de horizonte torcidas, y siempre con los
arcoíris a medias, como si fuera un niño al que se le acabara la pintura, dios…
Leviatán se zambulló en el fondo del mar tarareando una cancioncilla
pirata: “¿Quién se beberá la botella de ron?”
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