miércoles, 14 de diciembre de 2016

DOBLE O NADA

El otro, hombre o mujer, siempre muerto, estirado en su disfraz de levita, dijo: “Rien ne va plus!”
Los dados saltaron de mi mano hacia el abismo verde. Escupieron sus ojos blancos: “Nunca, Nada”.
Apuré el líquido ambarino de mi copa y salí por una puerta falsa hacia el callejón de los acusados. Perdí la cuenta de mis pasos, camino del Parque del Olvido.
Leve, como el acero, rasgó la noche el disparo, partiéndola en dos mitades: “Antes, Después”. Rebusqué, con las manos ensangrentadas, en los bolsillos de mi traje de domingo. Solo un billete a ninguna parte. En la estación, de madrugada, se despidió mi sombra.

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