lunes, 4 de mayo de 2015

ADMÁ, ZOAR Y ZEBOÍM


-Al incómodo cadáver del mediador familiar se lo llevó en su nube un viento pasajero -dijo el hombre azul apretándose el turbante.
-Era un pájaro negro, grande como una montaña -replicó el almuecín, saboreando el aroma de su té de yerbabuena.
-No fue un ave ni un viento fugaz -respondió encendiendo su pipa de kif el rabadán-, se alejó volando en una alfombra recién llegada de la fábrica persa del tío Alí, similar a la que en una noche, el genio Eblis, arrebató de la ciudad maldita a todos sus moradores, sus rebaños de cabras y sus camellos, y solo nos dejó las moscas. 

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