lunes, 21 de diciembre de 2015

POLI Y CHINELA

Como sombras disipadas por un nuevo amanecer, yacen exánimes, uno encima del otro, desmadejados, sin alma, al terminar la función. A veces, dan ganas de hacerse pequeño y gritar cuando pregunta la voz de bambalinas que si hemos visto a la princesa:
–Siiií.
<<¿Ha pasado la malvada bruja?>>:
–Que siiií.
Y ya no sabes por qué pero luego gritas:
–Nooo.
Felices, los niños se llevan los sopapos sonoros a sus casas, desgañitados con el “toma, toma y toma”, de la estaca de cartón.
Los hilos ilusos de la infancia se han roto en mil pedazos y duelen como estacas clavadas en el corazón.

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