miércoles, 20 de abril de 2016

ODISEO

Acuérdate de lanzar mis cenizas al mar sobre este arroyo que fluye como la vida. Veré por última vez a los niños en la ribera lanzar sus flechas de madera a las gacelas de piel de terciopelo y ojos grandes, acaramelados. El cielo azul, lo es por ser espejo, reflejará recodos, remansos y cascadas antes de llegar al gran estanque. Este será el final de mi viaje, peregrino famoso en cien ardides. Junto al ocaso, engastado en collares de madreperlas y azabaches, el humo disipará la niebla de mis ojos.