viernes, 26 de diciembre de 2014

EL PEINE DEL VIENTO


-Este se va a enterar de lo que vale un peine. 

-El ayuntamiento, lo valoró en trisquecientos miliendros, o más. 

-¡Concha!, yo no estoy en la Comisión de festejos, ni saco nada de todo esto, pero ¿y para meter el hierro dentro de la roca, eh?, un triñón.
-Y las grúas, los chicos de la Prensa, la visita del Rey, los aperitivos y hala a criticar: que no es una farola del puerto para alumbrar al navegante lejano.
Leandro, el conserje del Casino, se quitó la boina, se rascó su enorme cabezota calva: 
-Eduardo tenía razón cuando pedía una sonrisa al dios del viento.

lunes, 15 de diciembre de 2014

REGALO DE NAVIDAD


El mensaje era claro, conciso, breve y letal:
-No insistas, decía.
Mi vida había girado 180 grados desde que la conocí. ¿Olvidarla? Nunca.
-Es caprichosa, decían mis amigos intentando que no entrara en el almacén.
-Es voluble, veleidosa, casi como una diosa.
-Hay cientos, miles como ella, repetían.
Estaba en su estantería, sutil, perfecta. Abrí delicadamente la cajita. Tenía los ojillos cerrados, la boquita provocadora. Me incliné, le susurré al oído:
-He venido.
Noté el pinchazo doble en el cuello. Sus dientes ensangrentados ya no me producían ningún temor.

lunes, 8 de diciembre de 2014

CELULOSA

-Había escrito cien veces: te quiero, hasta que..., bueno, no sé, el caso es que me di cuenta de que todo era un rollo muy muy complicado..., imagínate que va y me suelta: "es que no me comprendes". 
-Sería el papel.
-Sí, ya sé que no es duradero, pero es suave y aunque la tinta se escurre, es muy absorbente y muy muy largo.
-Qué enrollado, ¿no?
-El problema es que cuando se acabó el papel...
-¿Qué?
-Pues que se me rompió el corazón.